
Al terminar la procesión, nuestra formación escolta con toques ordinarios a María Magdalena hacia nuestra sede y desde ahí podemos contemplar los primeros a nuestro Santísimo Cristo de la Preciosa Sangre. Cristo que por desgracia ya lleva dos años sin poder desfilar. El primero por culpa de la meteorología y este por culpa de este maldito virus que entre todos venceremos y derrotaremos.
Hoy vamos a ver, cómo llevamos durante esta misma Semana Santa, el recuerdo vivo de uno de nuestros músicos en esta mañana de Viernes Santo. Hoy le toca a uno de nuestros subdirectores y encargado de los vientos, Aitor Canales.
Como ya hiciera nuestro director David Martínez, Aitor también ha querido mandar una carta describiendo su Viernes Santo a la mañana.
Hoy es Viernes Santo por la mañana, agotado de tocar en Librilla y la acumulación de procesiones estaría ahora mismo, pues ya estamos al final de esta semana tan especial. Recuerdo la ilusión de el primer día en el que empecé a tocar con esta agrupación. Estaría agotado también por la costumbre de ver la "Madrugá" de Sevilla o parte de ella, por eso de caer dormido y agotado en la cama.

Empiezo a ver los primeros mensajes en mi móvil tales como; "hay alguien despierto", "vamos a desayunar" "a las 7:30 en la Puri" y el típico despistado/a o cabrito/a que pregunta a la hora que habíamos quedado en la hermandad.
Cojo el coche y los artilugios y marcho para la hermandad. Aparco en el recinto ferial y me voy a desayunar con el que pillo. Y a las 8 de la mañana a la puerta de la hermandad.
Comienzan a llegar músicos y porta pasos, yo me termino de vestir y cojo la trompeta para calentar y como no empezar a hacer dúos con mi gran compañero y “hermano” Jorge Martinez, con el que siempre he tenido un pique sano y para mi es un gran espejo en el que poder reflejarme. Siempre con el típico comentario de fondo de mi cuñado Antonio Jesus "Kañas" diciendo: “Que paquetes sois”.
Bueno, todo bien de atrás hasta ahora. Excepto por el madrugón.
Pero se acabaron las risas, llega el director y manda a formar detrás de el trono de la Magdalena.
Comenzamos.
Sergio pega dos palilleros en la caja china y arrancamos en ordinaria.

Llegamos a la iglesia de San Lazaro Obispo, tocando una marcha en ordinaria (casi siempre la misma) y al terminar, todo el mundo aplaude.
Todos rompemos formación y a beber cerveza en el bar más cercano, antes en el mítico "Casino", hoy día en “El Laurel”, mientras esperamos a las demás formaciones e imágenes.
Yo aprovecho para visualizar el trono de Nuestro padre Jesús Nazareno por que es uno de mis favoritos junto al Cristo de la preciosa Sangre.
Saludamos a amigos y familiares arranca la banda que contrata la Cofradía de San Juan Evangelista, después van mis amigos de los Negros, la banda de Nuestra Señora de los Dolores. Arrancan los Coloraos y eso quiere decir que somos los siguientes y comienza nuestra procesión.
Cada hermandad echa por su camino para hacer el encuentro en el cruce entre la Rambla Don Diego y la calle Moreras, junto a la puerta De la Iglesia de la Concepción. Mientras se hace el encuentro es la hora de tomar un pequeño almuerzo, un bocadillo o dos y un refresco u otra cerveza.
Terminado el encuentro empezamos a salir por orden cada hermandad. Y llega nuestro momento.
Como es mi costumbre, animo a todos los músicos, a desearles suerte y darles abrazos. Y por último beso a mi pareja que es quien lleva el estandarte de la agrupación y es quien me dice que todo va a salir bien, me tranquiliza y me desea suerte.
Mi momento favorito de esta procesión es al pasar por el Jardín de los Martiles. Donde todo está repleto de gente y donde siempre nos dejamos caer un marchón.

De muerte el susto que nos llevamos las primeras cuando Egea marca el corte de aro.
Ninguno sabía qué marcha era... y pues ninguno entró al comienzo de la marcha.
Todo salió “bien” para el público, pero todos sabíamos de la cagada monumental.
Ahora lo recordamos con risas... Alguna vez tendría que salir a la luz públicamente jejeje
Tras una procesión corta pero intensa, Viernes santo por la mañana termina en la iglesia de San Lázaro Obispo. Momento en el cual me encanta recordar los abrazos entre todos y como siempre salta David y me dice a mí, a Sergio, a Kañas y a Jorge que nos invita a una cerveza.
Otra procesión más terminada, a la espera de procesionar por la noche en el santo entierro, mi procesión favorita. Donde todo se viste de luto y donde sale mi Cristo de la Preciosa Sangre, el cual tuve el honor de poder llevar a hombros hace unos años. Pero eso es otra larga historia que algún día contare.